1. Ruido en la sociedad. El ruido se apodera de las calles y de los hogares, de los ambientes, las mentes y los corazones. La persona superficial no soporta el silencio. Aborrece el recogimiento y la soledad. Lo que busca es ruido interior para no escuchar su propio vacío. De esta forma es más fácil vivir sin escuchar ninguna voz interior, estar ocupado en algo que no encontrarse para no oir la propia soledad.
2. Ruido ambiental. Cuando falta el silencio interior, el individuo queda a merced de toda clase de impresiones pasajeras, desguarnecido ante lo que puede agredirlo desde fuera o desde dentro. Es normal entonces que busque experiencias que llenen su vacío o, al menos, lo hagan más soportable. Uno de los caminos más fáciles de huida es el ruido.
3. Ruido en los «mass-media». La televisión puede generar una sociedad ruidosa y superficial. Cuando las conciencias se llenan de noticias e información, disminuye la atención a lo interior y decrece la capacidad de interpretar y vivir la existencia desde sus raíces. Se oyen toda clase de palabras y mensajes, pero apenas se escucha el misterio del propio ser. Cuando se pasa muchas horas ante el televisor, apenas se medita y no se desciende hasta el fondo del propio corazón.
4. Ruido en el cuerpo. El ruido crea confusión, desorden, agitación, pérdida de armonía y equilibrio. La persona no conoce la quietud y el sosiego. Llenos de ruidos y superficialidad nadie puede conocerse directamente a sí mismo. La persona no conoce su auténtica realidad; no tiene oído para escuchar su mundo interior, ni siquiera lo sospecha. El ansia, las prisas, el activismo, la irritación se apoderan de su vida.
5. Ruido en el alma. Quien vive aturdido interiormente por toda clase de ruidos y zarandeado por mil impresiones pasajeras, sin detenerse nunca ante lo esencial, difícilmente se encuentra con Dios. En la sociedad moderna, Dios es para muchos no sólo un «Dios escondido» sino un Dios imposible de hallar. Su vida transcurre al margen del misterio de Dios es cada vez más una palabra sin conte-nido, una abstracción en el alma.
6. Silencio religioso. En medio del ruido y superficialidad todo es posible: rezar sin comunicarse con Dios, comulgar sin comulgar con nadie, celebrar la liturgia, sin celebrar nada, hablar de Cristo sin despertar nada en los corazones. Si no hay vida interior todo queda a veces reducido a una religiosidad interesada, poco desarrollada y adherida casi siempre a imágenes y vivencias empobreci-das de la infancia.
7. Silencio interior. La ausencia de silencio ante Dios, la falta de escucha interior, el descuido del Espíritu lleva a una mediocridad espiritual. Es inútil pretender desde fuera con la organización, el trabajo o la disciplina lo que sólo puede nacer de la acción del Espíritu en los corazones, por eso se busca un tipo de eficacia inmediata y visible, como si no existiera el misterio o la gracia.
8. Silencio monástico. La vida monástica está llamada hoy a redescubrir de manera renovada, en medio de esta cultura del ruido y de la superficialidad, ese valor tan esencial y tan suyo que es el silencio contemplativo y la escucha a Dios. Sería un error y un pecado que la vida monástica se encerrara hoy en su pequeño mun-do, hecho también de otros ruidos y tensiones, de otras seducciones y superficialidades y se olvidará de esa sociedad que nunca ha necesitado tanto como hoy de maestros y maestras que apuntan con su vida hacia una forma diferente de existencia anclada en lo esencial.
9. Silencio contemplativo. Las comunidades contemplativas están llamadas a ser en medio de la sociedad contemporáneas, «espacios de silencio», lugares donde se pueda percibir la sabiduría del recogimiento, la armonía de lo esencial, la quietud del espíritu, el ritmo sosegado. Sólo desde ese silencio podrán luego pronunciar algunas palabras, pocas, profundas, justas, para invitara una vida más plena y humana. Lo necesitan no pocos hombres y mujeres que comienzan a sentirse insatisfechos.
10. Silencio ante Dios. El silencio monástico no es sólo silencio exterior. No es «insonorización de un espacio», control de ruidos molestos, no es tampoco técnica terapéutica, vida tranquila, contacto sereno con la naturaleza. Es antes que nada silencio a solas con Dios. Es ponernos en contacto con lo profundo de nuestro ser, callamos ante la inmensidad de Dios, adentramos confiadamente en su Amor, quedar sumergidos en ese Misterio que no puede ser explicado ni hablado, sólo venerado y adorado.
Ángel Rubio Castro
viernes, 9 de octubre de 2009
viernes, 2 de octubre de 2009
jueves, 1 de octubre de 2009
EL SILENCIO. por Sara Rivera.
En la obra de Marcel Duchamp tiene tanta importancia el acto estruendoso de introducir un urinario masculino en una galería como el extremadamente leve proceso de la acumulación del polvo sobre los tamices de El Gran Vidrio. Y es que todas sus preocupaciones lejos de contraponerse se funden, se complementan y multiplican sus significados con el paso del tiempo.
La provocación comenzó en 1912 con su Desnudo bajando una escalera, rechazada incluso por los Independientes de París, y lo mismo ocurrió en 1917 ante la Society of Independent Artists de Nueva York cuando presentó su Fuente, por no hablar de L.H.O.O.Q o su obra póstuma, Étant Donnés. Duchamp rompió desde el comienzo su vinculación a todo grupo artístico o tendencia, incluso fulminó la idea de obra de arte y del creador sacralizados con sus ready-mades. La vía para una nueva estética y nuevas inquietudes intelectuales había sido abierta a golpe de fuerza subversiva. Pero bajo los gestos escandalosos siempre subyace, además del sentido erótico, un sutil interés por todos aquellos hechos que escapan al sentido común y a la observación científica, lo infraleve.
Reproducimos aquí la nota del Transformador: "Utilización de un aparato para coleccionar y para transformar todas las pequeñas manifestaciones externas de energía (en exceso o desperdiciadas) del hombre, como por ejemplo: el exceso de presión sobre un interruptor eléctrico, la exhalación del humo del tabaco, el crecimiento del cabello y de las uñas, la caída de la orina y de la mierda, los movimientos impulsivos del miedo, de asombro, la risa, la caída de las lágrimas, los gestos demostrativos de las manos, las miradas duras, los brazos que cuelgan a lo largo del cuerpo, el estiramiento, la expectoración corriente o de sangre, los vómitos, la eyaculación, el estornudo, el remolino o pelo rebelde, el ruido al sonarse, el ronquido, los tics, los desmayos, ira, silbido, bostezos."
Duchamp se interesó por esas "energías perdidas", por todos aquellos elementos que pasan desapercibidos, y sus obras están cargadas de citas a este concepto tan escurridizo y tan cercano a lo humano. Sin ánimo de teorizar ni de abarcar un todo, conjugaba en sus obras perspectivas muy diferentes. Pensemos de nuevo en la Fuente; dejado al margen el hecho de ensalzar la belleza industrial de un urinario y la carga de raíz dadaísta, Duchamp alude con un solo objeto a la posición femenina como receptáculo y al uso del mismo por parte del agente masculino. Pero no nos podemos detener ahí tras haber leído la nota; sin duda tiene la misma valoración la temática sexual que la reflexión sobre el fluir de los líquidos por la tersa superficie de la porcelana y el intercambio de las energías a partir del deseo.
Lo infraleve puede estar conectado a lo visual, a lo olfativo o incluso a lo táctil, puede ser un movimiento, una mirada, el paso previo a una acción, un deterioro, o la suma de todos ellos. Observemos ahora la obra Air de Paris. El aire en sí, lo atmosférico habla por sí mismo de lo infraleve, pero esta idea se ve subrayada también por su fragilidad (visual y material) y su transparencia. La transparencia como interpretación visual de lo infrafino está presente de nuevo en La mariée mise à nu par ses celibataires, même. La elección del cristal como soporte se encuentra en relación con sus propiedades ópticas y también con la luz, el color y la materia, en conjunto remite a toda nuestra capacidad sensorial. Asimismo en Rueda de bicicleta sobre un taburete, la obra necesita de la intervención del espectador para que se produzca el movimiento, de manera que los radios conformarán una imagen diferente ante nuestra mirada, de nuevo lo infraleve visible en un artefacto erotizado.
En el ámbito de lo oloroso es evidente su presencia en Air de Paris, pero también otras obras como Belle Haileine, eau de voilette juegan con esta connotación olfativa. La obra donde aparece por primera vez el rostro de su alter ego, Rrose Sélavy, evoca su perfume femenino y con los juegos de palabras implícitos en la etiqueta pone el énfasis en el olor, el tacto y la temperatura femeninos desde un punto de vista sexual.
Podemos hablar en otros ready-mades como Why not sneeze Rrose Sélavy? del terreno de lo táctil. Se trata de una jaula que contiene en su interior unos cubos de mármol blanco. Al margen de la burla respecto a la "frialdad" de la comitente de la obra, Dorothea Dreier, es innegable su referencia al tacto y paralelamente al sentido del gusto, puesto que las formas asemejan cubos de azúcar.
Así en innumerables casos, podríamos pensar en la luz de gas y el tenue movimiento de la cascada en Étant Donnés, o la energía que se transforma provocando el funcionamiento de todo el mecanismo en El Gran Vidrio, o en la proyección de las sombras de los elementos de ambos paneles.
La problemática de las sombras proyectadas muestra como lo infraleve es para Duchamp un modo de pasar de la segunda a la tercera dimensión, puesto que otorgaría a la obra un relieve y por otro lado crea un espacio óptico que contradice las leyes físicas. Ese es al fin y al cabo, uno de los principales intereses de Duchamp, escapar de lo científico. Pese a sus conocimientos en el ámbito de la matemática y la física y sus estudios sobre la cuarta dimensión, su actitud vital siempre fue más fuerte, y cuando utilizó sus premisas fue para relativizarlas aportando su lógica personal, donde las aparentes contradicciones se superponen sin perder su significado. Superó a través de sus complejas instalaciones el ámbito físico, pero también lo artístico desde todas sus convenciones. Además de desarrollar su visión tan personal del amor y el arte creó toda una categoría simultáneamente que arranca de nuestros instintos; lo infraleve conlleva una profunda observación, una poética francamente sugestiva que culmina en cada obra una coherencia semántica común a toda su producción.
La provocación comenzó en 1912 con su Desnudo bajando una escalera, rechazada incluso por los Independientes de París, y lo mismo ocurrió en 1917 ante la Society of Independent Artists de Nueva York cuando presentó su Fuente, por no hablar de L.H.O.O.Q o su obra póstuma, Étant Donnés. Duchamp rompió desde el comienzo su vinculación a todo grupo artístico o tendencia, incluso fulminó la idea de obra de arte y del creador sacralizados con sus ready-mades. La vía para una nueva estética y nuevas inquietudes intelectuales había sido abierta a golpe de fuerza subversiva. Pero bajo los gestos escandalosos siempre subyace, además del sentido erótico, un sutil interés por todos aquellos hechos que escapan al sentido común y a la observación científica, lo infraleve.
Reproducimos aquí la nota del Transformador: "Utilización de un aparato para coleccionar y para transformar todas las pequeñas manifestaciones externas de energía (en exceso o desperdiciadas) del hombre, como por ejemplo: el exceso de presión sobre un interruptor eléctrico, la exhalación del humo del tabaco, el crecimiento del cabello y de las uñas, la caída de la orina y de la mierda, los movimientos impulsivos del miedo, de asombro, la risa, la caída de las lágrimas, los gestos demostrativos de las manos, las miradas duras, los brazos que cuelgan a lo largo del cuerpo, el estiramiento, la expectoración corriente o de sangre, los vómitos, la eyaculación, el estornudo, el remolino o pelo rebelde, el ruido al sonarse, el ronquido, los tics, los desmayos, ira, silbido, bostezos."
Duchamp se interesó por esas "energías perdidas", por todos aquellos elementos que pasan desapercibidos, y sus obras están cargadas de citas a este concepto tan escurridizo y tan cercano a lo humano. Sin ánimo de teorizar ni de abarcar un todo, conjugaba en sus obras perspectivas muy diferentes. Pensemos de nuevo en la Fuente; dejado al margen el hecho de ensalzar la belleza industrial de un urinario y la carga de raíz dadaísta, Duchamp alude con un solo objeto a la posición femenina como receptáculo y al uso del mismo por parte del agente masculino. Pero no nos podemos detener ahí tras haber leído la nota; sin duda tiene la misma valoración la temática sexual que la reflexión sobre el fluir de los líquidos por la tersa superficie de la porcelana y el intercambio de las energías a partir del deseo.
Lo infraleve puede estar conectado a lo visual, a lo olfativo o incluso a lo táctil, puede ser un movimiento, una mirada, el paso previo a una acción, un deterioro, o la suma de todos ellos. Observemos ahora la obra Air de Paris. El aire en sí, lo atmosférico habla por sí mismo de lo infraleve, pero esta idea se ve subrayada también por su fragilidad (visual y material) y su transparencia. La transparencia como interpretación visual de lo infrafino está presente de nuevo en La mariée mise à nu par ses celibataires, même. La elección del cristal como soporte se encuentra en relación con sus propiedades ópticas y también con la luz, el color y la materia, en conjunto remite a toda nuestra capacidad sensorial. Asimismo en Rueda de bicicleta sobre un taburete, la obra necesita de la intervención del espectador para que se produzca el movimiento, de manera que los radios conformarán una imagen diferente ante nuestra mirada, de nuevo lo infraleve visible en un artefacto erotizado.
En el ámbito de lo oloroso es evidente su presencia en Air de Paris, pero también otras obras como Belle Haileine, eau de voilette juegan con esta connotación olfativa. La obra donde aparece por primera vez el rostro de su alter ego, Rrose Sélavy, evoca su perfume femenino y con los juegos de palabras implícitos en la etiqueta pone el énfasis en el olor, el tacto y la temperatura femeninos desde un punto de vista sexual.
Podemos hablar en otros ready-mades como Why not sneeze Rrose Sélavy? del terreno de lo táctil. Se trata de una jaula que contiene en su interior unos cubos de mármol blanco. Al margen de la burla respecto a la "frialdad" de la comitente de la obra, Dorothea Dreier, es innegable su referencia al tacto y paralelamente al sentido del gusto, puesto que las formas asemejan cubos de azúcar.
Así en innumerables casos, podríamos pensar en la luz de gas y el tenue movimiento de la cascada en Étant Donnés, o la energía que se transforma provocando el funcionamiento de todo el mecanismo en El Gran Vidrio, o en la proyección de las sombras de los elementos de ambos paneles.
La problemática de las sombras proyectadas muestra como lo infraleve es para Duchamp un modo de pasar de la segunda a la tercera dimensión, puesto que otorgaría a la obra un relieve y por otro lado crea un espacio óptico que contradice las leyes físicas. Ese es al fin y al cabo, uno de los principales intereses de Duchamp, escapar de lo científico. Pese a sus conocimientos en el ámbito de la matemática y la física y sus estudios sobre la cuarta dimensión, su actitud vital siempre fue más fuerte, y cuando utilizó sus premisas fue para relativizarlas aportando su lógica personal, donde las aparentes contradicciones se superponen sin perder su significado. Superó a través de sus complejas instalaciones el ámbito físico, pero también lo artístico desde todas sus convenciones. Además de desarrollar su visión tan personal del amor y el arte creó toda una categoría simultáneamente que arranca de nuestros instintos; lo infraleve conlleva una profunda observación, una poética francamente sugestiva que culmina en cada obra una coherencia semántica común a toda su producción.
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